Esa mirada vivaz
de tus dos ojos brillantes
me hablan en forma locuaz
de historias apasionantes.
(Alejandro J. Díaz Valero)
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En tu rostro sonreído
observando alegremente
sé adivinar en tu mente
que hay un amor escondido,
dueño de cada latido
que se refleja en tu faz
y en la lluvia pertinaz
que va mojando tu pelo
busco entre la tierra y cielo
esa mirada vivaz.
Y no es que sea adivino
ni nada que se parezca,
dejaré que en ti florezca
el sentimiento genuino.
Sigue mujer, el camino,
con tus pasos anhelantes
que miradas insinuantes
alumbren el alma mía,
para así sentir la guía
de tus dos ojos brillantes.
Tus ojos de caramelo
habladores por demás,
no pueden callar jamás
porque derriten el hielo
en ellos hallo consuelo
y un gran remanso de paz
que de manera tenaz
de modo alegre y discreto
en su lenguaje secreto
me hablan en forma locuaz.
A veces al escucharte
la mirada, tú la esquivas
y al tenerte tan cautiva
no puedo dejar de amarte;
a veces quiero llamarte
para decirte cuanto antes
que ya tengo ansias vibrantes
por repetir nuevamente
esos momentos ardientes
de historias apasionantes.
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