Siempre me olvido de los árboles,
olvido que son tan visibles y tan vivos
como las cosas que yo toco.
No me percato ni de las ventanas o cristales,
si quiera de cualquier "gente".
Olvido hasta el calzado
que me encamina siempre,
de las agujetas que se amarran a mis pies
como la tierra a los árboles.
Las 'cosas' que veo
me son indiferentes.
Me olvido siempre que hay algo que existe.
No me pregunto cómo se pasa el día, un día...
Cómo es que tiene brillo la luna.
Me olvido que para el segundo piso
hay escalones que me facilitan la llegada.
Me olvido de la belleza del aire,
de voces invadidas de risa.
Olvido sentirme culpable
por no apreciar cualquier segundo...