Al acercarme a ella...
una sonrisa movió mi alma...
y con ella me pidió...
me lees un poquito,
me gustaria escucharte...
bien, pero donde tienes un libro...
sobre mi cama lo tengo...
ella dulcemente contesto...
y fui a su camita y un libro traje...
era su biblia... la palabra de Dios...
Alegremente me dijo...
lee, yo te escucho...
abriendo con sumo cuidado,
y buscando un texto desde el comienzo
del capítulo... comencé...
leí... y leí... y ella escuchaba...
se la veia feliz...
y yo digo... con tan poquito...
tanta felicidad...
Porque no nos detenemos...
y junto a los abuelitos vemos,
quien quiere escuchar nuestra lectura...
aunque sea cinco minutos por dia...
cinco minutos por semana...
pues a veces con tan poquito...
ellos son tan felices...
si vieras su carita, escuchando tan atenta...
hazlo tu también leele un poquito...