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El Declive

Caigo, caigo sin parar en un pozo profundo, me voy de la nada a la gloria, cruzo el abismo, y encuentro un espejo, y en el espejo, mi rostro desfigurado, hecho pedazos por el impacto de la caída.

Desollarnos, sacarnos cada centímetro de piel, esperando que ésta vuelva a crecer, desde las heridas, la sangre, la regeneración de uno mismo.

Y mientras, la caída, interminable ante mis ojos, veloz para los que me observan caer…

La muerte, inevitable, aguda, suspicaz, rápida, letal, infalible, esperándome al final del declive, con una sonrisa macabra en su boca, aguardando mi encuentro con ella, el momento en que nos hagamos uno, nos excitemos, nos besemos.

Jugando con el tiempo, recuerdo viejas imágenes, de mi niñez, de ese amor perdido, de esa risa enferma sonando en mi cabeza.

Matar por amor, matando y destripando a mi maldito porvenir, dándole una puñalada profunda, lo miro desangrarse mientras caigo.

El piso frío, el sucio mármol intacto, duro y blando como el cielo, más nítido que nunca, cada vez más grande e inevitable. Mis ojos se cierran infantilmente, irónicamente, como si por no ver mi propio impacto, ellos quedasen a salvo…Nada queda, nada….