Te espero, Tú, vestida de ternura,
con holanes discretos de inocencia,
con sandalias impacientes
en apresto de pasión.
Yo, ataviado de paciencia,
en retrospectiva de un amor
que dió vida, que la muerte no tocó.
Camino de cuatro días
es la distancia de un trueno
si bien prestas atención
a la voz del corazón.
Desviste tu alma cargada
de la ingrata incertidumbre,
y piensa que no es costumbre
de este gentil caballero
dividir el corazón,
que te pertenece pleno,
que ya implora tu regreso,
que eres tema de su rezo
y que anhela darte un beso
antes que acabe febrero.