¡Él me quiso tanto, sólo Dios sabe cuánto!
Fue el cariño más puro y más sagrado,
igual a una melodía, igual a un canto,
vibraba su corazón apasionado.
Pero un día se fue y me quedé sola,
como barca que se encalla en la arena,
como esa orilla donde no llega la ola
y me sentí forastera en tierra ajena.
Él se fue con el primer brote del día,
sembrando en mi alma la agonía,
él se fue y me dijo que volvía…
lo esperé y aún lo espero todavía.
No recuerdo cuánto tiempo le he esperado,
pero sé que mi espera no es en vano,
aunque tengo un corazón desesperado
y tantas cosas que he sacrificado.
Pero es que tanto, tanto le he amado,
que su presencia, así la vea algo remota,
así tenga el corazón y el alma rota
y mi cuerpo esté sediento de su aliento.
Nunca dudaré ni un momento
del sentimiento que por él yo siento…
lo llevo tan metido aquí en mi pecho,
arraigándose en mi ser cual un helecho.
Como huracán que sacude a la gaviota
y ella desafía la altura y la tormenta,
no se deja vencer… ni cae al suelo
y sigue con su anhelo en raudo vuelo,
hasta cruzar la inmensidad del firmamento.
Así es mi amor, así es lo que por él yo siento.
Siempre he de llevarle en mi pensamiento,
aunque se me vaya la vida gota a gota
y en mi pecho no quede ni un aliento,
yo le quiero y le seguiré queriendo…
hasta el fin, hasta el último momento.
Felina