Mátame estas ansias de sentirte toda,
Asesina esta impotencia de tenerte plena,
Crucifica esta condena de encontrarte ajena
Con el dulce sabor de ese “si” que me enajena,
Extíngueme la pena de la dolorosa ausencia,
Consúmeme en el fuego que no apaga la insolencia,
Violéntame los versos con tu preciosa presencia,
Aniquílame con besos que enfermo estoy de imprudencia.
Si el corazón no resiste, no merme paz la conciencia,
Pues yo te pedí la muerte antes que tu indiferencia.