Me acostumbraste a tus besos,
a sentirme muy amada,
después marchaste de mi lado
quedé triste y solitaria.
Me acostumbraste a tus brazos
amorosos y protectores,
cuando rodeabas mi cuerpo
me elevabas al cielo,
mi vida era de colores.
Me acostumbraste a tu cuerpo
paraíso de mis sueños,
donde yo era manantial de brisa
en los ríos de tu sendero.
Me acostumbraste al amor
y cada noche me amabas
con tu ternura y pasión,
a ser tu amada y tu reina,
mi felicidad soñada.
Me acostumbraste a quererte
amarte sin condiciones,
a entregarte mi ser,
mi amor y mis ilusiones.
Acostúmbrame a tu ausencia
porque sin ti desespero
en mi soledad, y esperando,
que regreses a mi vida
y me vuelvas a decir, ¡te amo!
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
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