Sentado en el mueble de la sala
Con su guitarra en las manos
Y el corazón en su voz , empieza a entonar
Una canción argentina:
‘’Pero mi amor por ti
No morirá jamás
No morirá jamás, jamás’’
Tan dulces son sus acordes
Tan sutil se le vuelve la voz
Y al terminar de cantar dice
Esta canción te la dedico a ti, mi amor.
A su amor, su esposa, la madre de sus hijos
Abnegada dulce y fuerte, buena amiga
Y compañera. A mí se me inundaron los ojos
De la más pura emoción.
Al sentir que entre los dos
Vive el más fuerte amor.
Un amor que se alimentó
en la distancia, con nostalgias de lejanía.
Que se solidificó en su juramento ante el altar,
Que se fortaleció con la llegada de los hijos,
Que se mantiene vital, urgente, imponente
Un amor que renace luego de enojos triviales
Y que reverdece con la dulzura de saberse fundidos
Compenetrados, amalgamados.
Un amor de juntar sueños, de juntar día a día
la experiencia de ser padres de ser novios y amantes.
Los contemplo, felices, plenos, identificados
Con su amor de adolescentes
Que crecieron juntos en el arte de amar.
‘’soy un hombre de casa ‘’dice siempre
Y los dos tratan de hacer de su hogar
La mejor obra de arte.