Ana Maria Delgado
UNA ALONDRA EMBELESADA POR LA BRISA DE VERANO
Por un instante renunciaa tu instinto de conservación absurdo,deja en el olvido las reflexioneshasta que se marchiten los porqués….no todo puede ser comprensible. No me mires desde afueraadherido al desconcierto,toma aliento con fuerza, hasta que sientas ahogo,vuelve finitos los nudos que te atan y elije caminar sin miedo,date el privilegio y arriésgate a saltar,deja que prospere el gozo…no prolongues la agonía mutua. Conviérteme en tu realidad sagrada, desata voluntariamente tu bondad,brevemente mírate al espejo,déjate atrapar por la luz,observa que nada es absoluto, ni se repite igual,no busque más, no lo encontraras….no hay paralelo, no hay perfección….
solo tú y yo, auténticos. Protégeme de tu ausenciano me expongas más al daño de tu olvido,la distancia no es interminable.inmóvil y cálida bajo el sol estoy….no renuncies y alcánzame, Oye mi vozque se libera en medio de la melancolíay desafía tu desconfianza,pretendiendo convertirseen evidencia de todo aquello que sentiste,que en medio de la sombrase dispone a denunciar lo que poco a poco olvidaste…lo trascendente deja rastro. Repara en mis ojos que aunque atormentadosno le dan cabida a la lastima,que aunque cansados y ligeramente confundidos exigen comunicarse con los tuyos, descubrir tus sonrisas invisibles,entender el idioma de tus gestos….permíteme dilucidar tus sentimientos.