Alexander Vortice

FIEBRE

Cabalga la fiebre noctámbula

entre las telarañas de mi cabeza chiflada.

 

Se ahorca el verso que no es primoroso

y la ambigüedad de no saber quiénes somos

pese a habernos conocido y disfrutado

desde nuestro nacimiento.

 

Cuarenta grados de dolencia y ardor:

moquear indigencia, gastar ingravidez de lejanía

y continuar moqueando, ya que es fácil hacerlo

cuando la noche vocea pruebas de poluciones

que nunca podremos disfrutar

a causa de los temores humanos.