Suaves olas de Neptuno
y caricias de tinieblas
duermen los ojos cansados
con el día que se cierra,
tibia sábana emplumada
cobija el cuerpo recto,
calla afuera toda vida
ante el ensueño perfecto.
Y entre las pupilas mansas
parpadeando a bostezos
se escapa la existencia
acunándose en los rezos,
se eleva por los aires,
suave, suave se desliza,
transpone las paredes,
se vuela con la brisa.
Trepa alto a las estrellas,
en picada, precipita,
y antes de tocar la tierra
se deshace en risitas,
se conjuga en los helechos
y espía otras ventanas,
jugueteando con cocuyos,
enroscándose en bandadas.
Remonta en las mesetas
y el reflejo de la luna,
al pasar rozando el mar
salpicándose de espuma,
toma y prueba otras playas
besando sus orillas,
y se esfuma en un chasquido
cuando un niño la pilla.
En la noche columpiada
por el coro de los grillos,
reaparece en mi cama
deslizada en mi flequillo,
gira y da una voltereta
de traviesa sin remedio
y ante el sol que ya se asoma
vuelve a mí rumiando tedio.
En la mañana blanquecina
desperté yo sin saberlo,
el por qué de la alegría
y la noción de conocerlo,
el sabor a arena fresca
y el brillo del rocío,
tal vez fue sólo un sueño
o quizás........
no..... seguramente un desvarío....