FELINA

Y FUIMOS DOS CUERPOS Y ALMAS.

Una tarde cualquiera de enero,

 

una tarde lluviosa y sin sol,

 

me dijiste, te amo mi cielo,

 

hubo un gran resplandor.

 

 Se borraron las nubes brunas,

 

la tierra mojada secó,

 

el mar invadiose de espuma

 

y de alegría, mi corazón.

 

Las aves salían de sus nidos

 

trinando un canto de amor,

 

las flores abrían sus capullos

 

y todo reverdeció.

 

El sol bronceó nuestros cuerpos,

 

nos invitó a la pasión

 

y fuimos dos cuerpos y almas,

 

fundidos en un acto de amor.

 

Felina