Porque quisiera dejarte ir al alba
con todos mis sueños rotos y vacíos,
marchitaré cada una de las lágrimas
que derramó el cielo que has herido.
Porque quisiera nublar el tiempo,
deshojar los suspiros que te nombraron,
encarcelaré la ingenua dulzura de mis versos,
y de mi alma iré juntando los pedazos.
Despintaré cada momento que soñé vivir,
apagaré el deseo que me oprime el corazón,
porque quisiera olvidar que serías para mí
el ángel que vendría a llevarse mi dolor.
Porque quisiera reflejarme en el susurro
de la lluvia fría que me purifica por dentro,
me alejaré de ti anocheciendo los minutos
en los que fuiste mi amor, mi caricia y mi anhelo.
Porque quisiera silenciar la voz del ocaso
que se lleva consigo la belleza desnuda
de haberte amado tanto con dulce descaro,
tiñendo de pasión tantas playas nocturnas.
Se congelará entre mis manos la ternura
que hubiera nacido con la calidez de tu piel,
porque quisiera extraviarme en el claro de la luna
rozaré el abismo antes de volverte a perder.
Descarrilaré uno a uno los recuerdos
desandando tu corazón sensible y tímido,
con las ansias de sentirme tuya entre los versos
del hermoso palpitar de este delirio.
Porque quisiera romper la noche aún sonrojada
por el tinte carmesí de un sueño prohibido,
dejaré que la lluvia se deslice por mi espalda
robándome tus caricias al borde del olvido.
Volveré a mirar el mar ensoñado de silencio
sin sentir que estás conmigo al cerrar mis ojos... niño...
porque quisiera despojarme de cada sueño,
para irme a dormir sin tus labios sobre los míos.
En el otoño que se avecina dormitará el sol
del atardecer perfecto que me vería junto a ti,
porque quisiera desterrarte para siempre de mi voz
me abrumará la maravilla de verte sonreír.
Ceci Ailín