Sentada en mis rodillas
y a mi cuello abrazada;
se ha detenido el tiempo,
la palabra, dormita silenciosa,
el pensamiento inmóvil
no se ocupa de nada,
los oídos, ignoran el sonido
de quien murmura o grita.
La cabeza en el hombro,
resolviendo los dilemas,
evadiendo los conflictos,
mi boca, susurrándote al oído
uno de mis poemas...
te amaré esta noche
que es joven todavía.
Sentada a media luz
en mi rodilla,
una sonrisa tenue y luminosa
como las alas de una mariposa,
se reclinó en mi hombro
su mejilla se abandonó
inmóvil, silenciosa.
Se me quedó dormida
como una niña buena,
aunque mujer eterna,
en tiempo apasionada,
hoy fágil y tierna.
No me quise mover
por no alterarla,
y dejé transcurrir
el tiempo lento,
conteniendo el aliento
con el temor
de que hasta el pensamiento
pudiera, al agitarse,
despertarla,
destruyendo la magia del momento.
Y así quedó, colgada de mi cuello,
dormida profundamente en mí,
sin dudas y sin prisa,
sus respiros refrenaban brisa;
y al fin, acariciando su cabello,
hice anidar mi beso en su sonrisa
J.Plou