Cuando las plantas despidan sus ojeras
de tanto resistirse al crudo invierno.
Cuando los árboles no tiriten desnudos
y se vistan otra vez de fantasía.
Cuando los perros se tiren de panza
en las baldozas
y los diarios aflojen con las pálidas
porque el ánimo no da para tristezas.
Cuando vuelvan gorriones y gaviotas
jilgueros, cardenales y palomas.
Cuando en dos iniciales
se cierren corazones
y las niñas bonitas
en pollerita corta desperecen sus dones.
cuando por la mañana sintamos el aliento
de una sonrisa fresca de rosa por el aire.
Cuando todo eso vuelva.
Cuando todo eso pase.
Yo beberé el café, ahora en la vereda,
como todas las tardes,
y un pibe buscavidas dejará las biromes
para ofrecer claveles, en esta Buenos Aires.