Otros Ocasos
Las agujas del tiempo
nos hirieron.
Fuímos delirio
de un ángel casi profano
que inventó
para nosotros madrugadas.
Nuestros besos
fueron el pan de cada día
y devoramos
el amor hasta los huesos.
Nos bebimos la frescura del rocío
convirtiendo
paraísos en desiertos.
La pasión,
como un rey viejo y muy cansado,
contempló
el ocaso de los soles,
y vaticinó
el final de su reinado.
Un destello de tristeza
estalló en mi mirada
y sonreí al ver mis manos
sosteniendo mil hilachas...
Era todo lo que quedaba de mi alma!
Y no pude dejar de sonreír.
Eve V.Gauna Piragine