Lloré por tí,
por escribir la música en mi alma,
por cantarle al dolor,
a la imprudente pasión,
a la intolerancia,
a ese silencioso ruido
que encadena un espíritu vivo,
a esa libre soga
que engalana tu hermoso cuello.
La voz más humana emerge,
el blanco y negro abre el telón,
la resaca se viste de gala,
al compás de Lester Young
Lloran tus cuerdas vocales
en tu máxima expresión,
mientras prohibidas letras giran y giran
como burbujas que se ahogan
entre copas de champán.
Nada te pudo vencer,
eres eterna Billie Holiday.
Mientras acaricias tus últimas letras
en tus venas prisioneras
y una mañana compones
tu última soledad,
es entonces cuando la vieja escena
del ritmo te alcanza,
la prematura muerte,
diosa intemporal,
tras el vivo recuerdo
que cubre a la auténtica dama,
el sentir del Jazz.
Mar Romeral