Cierta vez que promediaba triste noche, yo evocaba,
fatigado, en viejos libros, las leyendas de otra edad.
Ya cejaba, dormitando; cuando allá, con toque blando,
con un roce incierto, débil, a mi puerta oí llamar.
«—A mi puerta un visitante —murmuré— siento llamar;
eso es todo y nada más.»
El Cuervo.
Edgar Allan Poe
Un romántico vestido de misterio e imaginación
Le conocí en mi primera infancia,
fue un gran amigo, el más interesante,
imaginación sin fin, misterio, fantasía,
miedo atávico, terror, algo nuevo cada día.
Crecí con sus bellas historias,
entrando en sus libros me sentí inmortal,
viajaba a otros mundos, únicos, sin igual,
me ayudaba a entender, a leer mucho más.
Ahora sé lo que significaron sus lecturas,
motivación para afrontar complejas letras,
sentir cuantas emociones puede dar un libro,
vivir la vida, enfermo de literatura.
Y este es mi sencillo homenaje,
a un hombre de vida difícil y dura,
que imaginó historias únicas
y las plasmo como nadie.