No sé cuáles son los colores del atardecer,
creo que una luciérnaga triste me llama,
estoy oculto debajo de las piedras aturdidas,
es la noche eterna que se aproxima.
Con su enorme silencio en el alma
las aguas empiezan a envejecer.
No hay sabiduría en las palabras,
todos te miran, nadie te habla,
sobran las hojas de inviernos dulces,
nadie escucha aquellas canciones,
poco importa el calvario, las cruces,
tus lágrimas sin motivos, tus oraciones.
El "yo" se confunde con el universo,
cada vez se acerca la totalidad,
es la tarde que nos acaricia suavemente.
Las aves cantas hermosos versos,
las olas anuncian la eternidad,
nos dormimos cansados, lentamente.