¡OH DESTINO!
La tarde deslizaba sus horas como burbujas livianas,
cuan perfume de las rosas
Los niños del barrio imitaban himnos
copiados de los ángeles del cielo.
Uno, después otro, todos juntos, otra vez.
Con el corazón en las pupilas y el amor en la piel,
yo arrullaba el giro de la ronda, con vueltas a la par.
El niño dilecto jugaba y me miraba, disfrutando mi sentir
El cariño como lluvia, nos bañaba a los dos.
¿Quién diría que allí estabas
empantanando los sueños,
tapando la luz del sol?
Como un halcón al acecho
de la presa acobardada
Como una daga brillante
buscando solo mi pecho
Fue un día tres, de aquel terrible mes tres
Saltó mi sangre dolida, salpicando las angustias
de la gente que aterrada observaba tu maldad
Te llevabas a mi niño, enarbolando la muerte,
airoso de haber triunfado, se cumplía tu designio
¡Maldita fui yo, entre todas las mujeres!
Desbordaron los océanos, vistió de luto el cielo.
De mi garganta un gemido congeló las altas cumbres.
No hubo nadie en la tierra con un dolor tan inmenso,
capaz de tapar con llanto, los cuerpos del universo
¡Oh destino! alma de serpiente, mi corazón estallaste
¿Acaso tú no sabías que él era, mi más preciado tesoro?
¿Qué regocijo de penas, pretende tu poseer?
¿Tal vez no supiste ver, con la fuerza que una madre
a su hijo ha de querer?
Grande es tu dominio, todo lo puedes
¡Oh destino!
Que suene como trompeta del día del juicio final
¡Lo llevo vivo en mi alma! ¡Es cada gota en mi sangre!
¡Es una llama encendida, que jamás apagarás!
TERESA TERNAVASIO