Ella, Sin Rostro…!!!
En cualquier sitio, de cualquier gran ciudad, seguro la conociste, la abordaste, la invitaste a salir, por un trago, se marcharon al un lugar discreto (para quién), bailaron algunas piezas, ella mientras tu conversabas, solo articulaba monosílabas (si, no, si, no…), su nombre ni siquiera le preguntaste, mas tarde ya con muchos tragos en la mente y el cuerpo, la llevaste a una obscura habitación de un “hotel de paso”, sobre sábanas algo blancas y sin virginidad alguna, con olor ácido a sudor y cuerpos que se entregaron al placer carnal, sin medida y sin tino, comenzaste con sus senos, entre tus manos fuertes y nervudas, manos sin delicadeza alguna, como amasando harina para pan, su sudoroso vientre contra el tuyo y sin preámbulo alguno, sin vergüenza, entre gemidos, se entregaron a una loca carrera de placer desenfrenado de la carne, luego algo más tarde, un cigarrillo y sin palabras que cruzar, articulaste a media voz, es tarde, mañana tengo que levantarme temprano, y como olvidada una moneda en la mesita de noche, ella continua tendida en lecho, tú a hurtadillas sin un simple adiós, ni siquiera por educación.
Todo esto es cotidiano en la vida de ella, con el tiempo un día cualquiera en un sórdido y obscuro callejón, de una noche sin fecha, sin día, ni hora, recibe en su cuerpo, de alguien con quien no quiso compartir el placer de su cuerpo, recibe una herida mortal, encontrada por un vago y desvalijada, a la mañana siguiente, su cuerpo sin vida y totalmente desangrado, llevado del lugar por los servicios de emergencia, directo a la morgue de cualquier hospital, sin papeles que la identificaran, sin nombre, sin edad.
Ese día aparece su foto en un vespertino, la noticia reza: Ha fallecido de forma violenta Ella, por casualidad verás la noticia y otros tantos como tú, y dirán casi en un coro, ni su nombre le pregunté, ¡lástima!, bueno, ese no es mi problema, y allí olvidas todo, nadie miró ni un instante su alma y el porqué de su vida y esa entrega con tanta facilidad y a cambio de unas tristes monedas a cambio de su cuerpo.
En un camposanto, sin ubicación alguna, sin adornos, sin familia, soledad absoluta, tristeza por doquier, en una tumba abandonada, sin seña alguna, su lápida imaginaria reza: Aquí yace sin nombre alguno, Ella la que no tiene Rostro.
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Carlos Dos Santos Daniel