Te voy a dejar de herencia
trescientas páginas con tapas,
escritas en un cuaderno,
así sabrás como fuí
quien era y como soy.
Cuando estube junto a la parra
era un racimo excelente
de piel tersa y brillante,
hasta en los tiempos ausentes.
Se fué envejeciendo la uva
y la convirtieron en vino.
Por unas manos curtidas,
en varias copas de vidrio.
También fuí solitario
constructor de los caminos,
nunca me puse alas
solo sandalias de peregrino.
Conversé con almas solas
encontras a mi paso
unas de eterna vida
otras en el ocaso.
Ahora que ya me alejo
dejando amores sembrados
ponme una flor roja
de pétalos nacarados
sobre la roca del cerro
llena de musgo viviente
verdes como esperanzas,
clara como agua de la vertiente.