Tu ínfima voz me captura en un eterno silencio, me atrapa en el abismo cromático de Verano, donde esas serenas y
líricas palabras que trazan tus labios en el palpitar de mis deseos..., atraviesan la entidad de mis sueños, haciéndolos también,
vastos mares de veraces ilusiones. Ahí me dejas envuelto en el calor de cada gota idílica de tus besos.
Es éste el Paraíso que puedo observar en la profundidad de tu mirada -fascinado- clavando el matiz de tus ojos en mi pecho: ese riego de luz que desprende mis tormentos y aflora cada uno de mis secretos.
... Ahí me llevas.
Sin premuras, ambos vamos recorriendo el horizonte, tendidos, tocándonos ágilmente sin cesar de nuestro aliento; sintiendo en la piel, el rozar del viento.
Mi debilidad es fruto dulce de éste,
tu celeste cuerpo.
Ahora, mis sentidos se pierden en el fragor de un pleno Sol, que bajo la lluvia de calor, dejó entrar en ti...
mi sexo y su sombra, sin piedad de tu íntima hendidura; dejando el rastro de su emblema en la textura que expone cada parte de tu auténtica naturaleza.