Yo vivía entre sueños, entre mares de ilusión. Era raro percibir el aroma, de una nueva decepción. Estaba acostumbrado a sufrir en la desolación, y así entre tinieblas dormí, a la espera de un nuevo amor.
En calabozos de hielo y oscuridad yacía mi cuerpo, mientras que mi alma fuera de mí buscaba una salida. Cada día crecía el dolor, debía depender del destino y el tiempo.
No se que me impulsó a salir de esa prisión, muy cambiado el mundo yo lo veía. Y de nuevo esa luz que me enceguecía, casi caigo en las garras de la tentación.
Una noche un portal decidí abrir, para conocer ese mundo proclamado. Creí este sueño haberlo soñado, al ver que así podría vivir.
Y me aventuré a ser sociable con la gente, pero en mi entorno la voz del miedo repetía. Que una noche a las tinieblas volvería, por no atreverme a ser un hombre valiente.
Y ahí conocí a una mujer magnifica y bella, un ser grandioso que tocó mi corazón. Me perdí en el lumbre de esa estrella, fluyó en mi alma una chispa de pasión.
Fue su encanto que me dejó tan loco, que me olvidé de ser con ella sincero. Al no escuchar mis sentimientos más primero, que mi conciencia se fue ensuciando poco a poco. Su amor no supe aprovechar, que la verdad fue como un puñal. Un gran daño que le causo tanto mal, que decidió a este egoísta abandonar.
No pertenezco a tu mundo mi amada, yo nací para morir en soledad. Yo sufrí lo que hoy estas sufriendo, eres libre, ve y busca tu felicidad.
No pertenezco a tu mundo tan perfecto, soy la escoria que la vida deshecho. Me pregunto ¿Por qué aún estoy viviendo? Me pregunto ¿Por qué mi cuerpo despertó?
No me pienses, no me extrañes vida mía, borra el recuerdo de mi impuro e imperfecto amor. Que mañana sucumbirá la agonía, para dormir bajo tierra sin dolor.