Cierra los ojos y medita, vuela en tu imaginación a un lugar de felicidad, un jardín de Edén dónde el cantar de las aves susurre a tus oídos y entonen la sinfonía de paz que quieres escuchar, observa las montañas que tienen un tono violeta por la flores de lavanda distribuidas en todo el lugar, y la brisa fresca que mueve de un lado hacia otro el pasto que parece danzar hasta la majestuosidad, el olor de la primavera va revitalizando los pulmones, y la tranquilidad que se adueña de tu cuerpo comienza a aparecer, camina a paso lento sobre el verde forraje que adorna el suelo, y vigila las nubes en el cielo que riegan la tierra a través de una mansa llovizna, el olor de la humedad de la arena comienza a esclarecer, y puedes sentir como tu alma se comienza a deleitar.
Mira las nubes que parecen estar pintadas en el firmamento el cual tiene un tono salmón por el ocaso, el crepúsculo del atardecer llena con suaves rayos de luz, la claridad a la primavera que adorna de color todo lo que te rodea. Siente la naturaleza que ejerce en ti ese sentimiento de pureza, conéctate a tu vida, deja salir todos los bellos momentos que has vivido para que esos recuerdos despierten una sonrisa que haga a tu felicidad inmortal.
Ahora, piensa en lo que deseas, los sueños que quieres cumplir, las metas que deseas alcanzar, y aprovecha esa energía positiva que has encontrado en ese viaje en el fondo de tu imaginación, dejando atrás toda mala vibración que te sofoque y evite vivir a plenitud.