Cuando te oprime la ausencia,
como si fuera un zapato,
se va conformando el callo
en mi piel, sin tu presencia.
Y mi piel te necesita,
precisa tu hidratación…
es como una bella flor
que sin agua se marchita.
Cuando la piel es de adentro,
la que envuelve el corazón,
se hace más fuerte el dolor
en un constante lamento.
En el amor no hay podólogos.
Su propia naturaleza
es la que extirpa durezas
con el bisturí del diálogo.
Por eso yo me someto
a la terapia precisa:
con tu calor y sonrisa
yo me siento un hombre nuevo.
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