tomlin

LUCERO

Tú, que guías al viajero,

pones fin

al sufrir del jornalero,

haces que los ojos

de los soñadores

se ganen el sustento

contándote cuentos,

y mentiras también.

 

Tú, que ayudas

al lisonjero,

al anciano

y al perdido,

a predecir

lo que aún

no ocurre,

lo que desearía

cambiar.

 

Tú, que escuchas

mis plegarias

mis deseos

y mis lamentos,

Tú, que me obligas

a contemplar

el firmamento

 

y a ceder

ante los afanes

de los desesperados,

tal cual yo

estoy iracundo,

que de entre el

tedio vano del mundo

 

no logres

distinguir la luz en mí.