Perdóname, Neruda,
si no puedo evitarte…
No me gusta cuando callas y pareces ausente
me gusta cuando ríes y tu risa me envuelve
me gusta tu silencio de sonrisas calladas
que van dejando huellas que me entibian el alma
me gusta tu presencia iluminando el día
poniendo rosas nuevas donde antes hubo espinas
no me gusta que me ignores
me gusta que me tientes
sembrando mil deseos
porque la carne es débil
no me gusta que me olvides
quiero que me recuerdes
y el recuerdo te hiera
allí
donde esté ausente.
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