A la aurora todos los días
en el norte de mi casa
suavemente va alejando
ese lucero del alba.
Me la imagino rubia,
con la luz de la alborada,
en una camisa de tul
transparente como su alma.
A cada paso que daba,
las piernas se dibujaban
naciendo desde el edén,
hasta la arena mojada.
Un busto de heroína
con dos medallas sagradas
donde .lucía dos flores,
con botón café adornadas
Un cuello donde bajaba
temperando la imaginación
y un pequeño delfín
entre sus pe..talos nadaba
Los ojos semi cerrados,
su verde color de agua.
Y esos labios sedientos
por besos de madrugada.
Mis deseos era nadar,
la barca más deseada,
haciendo con ese tul,
las velas de la mañana.
Para ese junco en cuerpo
de la amanecida dama.