Soy feliz prisionero de sus besos,
de su cuerpo un esclavo muy osado;
por su amor permanezco encarcelado,
convertido en la envidia de los presos.
Pero a nadie describo los sucesos
cuando soy por su látigo azotado,
confesando por ella en el estrado
sobre un éxtasis pleno con excesos.
Ha pintado mi celda con su piel
y ese dulce deseo que condena
al calor de su cuerpo en un motel.
Asegura mi amor con su cadena;
en la cúspide atado con su miel,
no me puedo quejar por esta pena.
Copyright © 2011 José Luis Calderón.