Mujer de nácar y cristal
en la noche enlutada por tu ausencia
pongo un suspiro al viento y se deshoja
se deshoja como tu ropa de colores
bajo el brillo de las luces taciturnas
de estrellas que se quieren apagar.
Y no se apagan porque tengo el valor
de evocar tu cuerpo danzando
una danza de pobres en casa rica
con néctar en la mesa y bebida y óleo,
pincel crepuscular dibuja su silueta
para contener el llanto en frenesí
de la noche despoblada de su ritmo,
de su espigada figura solo quedan
las calles vacías y un eco rindiéndose
al silencio que invita el sueño
en el repicar de sus tacones.
Y la campiña no te ve, ni el rio en la quebrada
sólo la noche yo y estos muros
que si gritasen pudieran contar
de leyendas horrendas, machetes al aire
cantos despiadados, cristales rotos.
Más mujer, por donde te fuieste
con tu canto alegre y tu parlotear
tu danza tenue y estruendosa por momentos
cuando finjías entre mis sábanas húmedas
un orgasmo.
No quiero que regreses, solo pido
a la noche que deje de silvarte
en el viento de sus luces
que deje de crepitar tu silueta
en mi cuarto terriblemente solo
donde petrificado trato de calentar
este sueño húmedo que fue tu encuentro.