Tal vez ayer ya fuera tarde,
¿quién me podría explicar
qué es lo que ha querido el tiempo
de mi, de ti, de nosotros?
¿Cuándo se atreviera un minutero
a abrazar uno a uno mis dedos?
¿cuántas preguntas callaran mis manos
por miedo a las respuestas?
¿Será igual sólo callar
que mirarte mirarme sin cruzar los ojos
entre tantas ventanas
que separan pero no alejan?
Ya no quiero preguntar, preguntarme,
preguntarle,
sólo quiero ver a tus silencios
jugando con los míos
y romper los versos tiesos
que nos petrifican los segundos.