Pensando noviembre como rosa de agua,
como milenario templo
vigilando nuestras confusas cabezas.
Allí, nubes palpitantes,
aquí, la roja tierra de amargo licor
asombrado.
Pensándote amable noviembre,
mes de agua redonda y cruzados nísperos.
Me enredo en tu fresco cuello
de penúltima residencia anual.
Te desnudas con fervor de tormentas.
Golondrinas anunciando el fuego verde
que enciende los árboles:
fuego destellante, dichoso reflejo que gira.
Vamos meditando siluetas.
Dormimos en regazos de frescas amapolas.
También en ti pienso. Anhelosa reflexión
mis manos te entregan.
Te seduzco con noviembre en mis brazos,
te me entregas con tus fuentes,
con esa orilla de pálido silencio.
Caen las aves del crepúsculo, en sus alas
llega la brisa oscura.
La tarde cierra sus plenas margaritas.
En medio del cauce incesante recapacitamos
tantas constelaciones.