Cada vez que mi rostro se vuelve
para ver la línea invisible
entre el Presente y el Pasado,
se enfrenta a los zumbidos
de las avispas del Recuerdo,
temiendo al aguijón certero
clavándose siempre en los ojos,
la mente, el corazón...
Dejando un dolor frío, estremeciendo
y haciendo tiritar cada parte de mi ser;
congelando el alma cuando,
a través de suspiros, quiere volver a tener paz.