Fue en tu puerta
que mis manos, apenas sin rozarte
abriéndose paso entre la distancia
que nos dimos, te perdieron;
que tu voz se apagó
como se apaga el color de la noche,
despacio, sin saber ni sentir…
yéndose
tras el silencio del adiós.
Que comenzó la muerte
confundida de vida;
que sentí la derrota
del niño que pierde su lágrima
sin saber porque llora;
de aquél que con ojos cerrados
reinventa su camino
abrumado por el vacío que todo lo llena.
Fue en tu puerta,
umbral de ilusiones por cumplir,
que tu aroma, que ya olvidé,
daba sentido al momento,
respuesta a las miradas
y esperanzas a todos los sueños.
Hoy que pasó el tiempo,
que los años ajaron
paredes y memorias,
paso por tu puerta
y ni de ti ni de mí apenas,
como sombras de la vieja parra,
queda el recuerdo.
© (jpellicer)