A través del cristal de una lágrima temerosa,
con apenas un suspiro que se torna breve,
se asoma impasible la nostalgia,
invadida por la divina gracia
de ser un momento leve.
Resbala la lágrima, despidiendo a la vida,
con el recorrido suicida de un surco de dolor,
rosas y lirios, plañen en llanto,
por la lágrima que se esfuma sin pudor.
¡¡Céfiros dulces!! Jueguen con el recuerdo
de este dolor, llévenlo lejos,
donde no busque mas plegarias ni oración,
que antípoda sea su estancia de este corazón.
Refugiada bajo la sombra de las acacias,
le pongo al recuerdo fecha de caducidad,
no despertara mas entre mis sienes,
ya no dormirá entre el papiro de mis pensamientos,
ni los hará más sus rehenes.
Dejar correr el momento, de la noche y sus sonidos,
abrir la ventana prohibida ,
donde la melancolía asoma la nariz,
atraída por los rayos juguetones de la luna,
refractados en el piso de una laguna.
Es solo un momento, un momento,
detrás de las cortinas brillantes de las estrellas,
donde le permito a mi mente,
confesarse ante la luna,
pero pasa, pasa pronto y deja solo,
Una lagrima suicida, y una cicatriz sonriente...