magginela

Como confiar...

Tan complicada, tan frágil, tan atesorada por mi corazón. En un sólo segundo podría destruir mi tan esmeradamente escudo. Ese escudo diseñado con cada caída, con cada burla y herida en mi corazón. Él mismo se diseñó un escudo de hierro, que le pesa a cada instante, pero que aleja de él los ataques sangrientos. Y no sólo aleja los ataques, también las curas. Por eso debe curarse sólo, mi ermitaño corazón, y protegerse de la maldad de otros corazones oscuros. ¿Cómo confiar? ¿Cómo dejar caer el escudo y exponerse a morir de traición? Mi guardia eterna se mantiene de noche y día, abriendo los ojos a los sospechosos movimientos de mi enemigo y de mi amigo. Y mi corazón quiere salir galopando a brazos de otro que le cure las viejas heridas. ¿Cuál será el indicado? No, debo perseverar. Debo cuidarme, debo protegerme. Porque nada es más importante que mantener mi corazón latiendo. Si lo dejara en manos de algún malvado que hiriera mi corazón, lo heriría de muerte, y vería su último latido al detener su desangramiento de muerte