Los Hilos que eres van de abrazos con el aire.
Van de la luz de la tarde capital.
Hilos de un solo hilo,
de tus manos y sus mañanas.
Hay que verlos volando lento
yéndose lejos, vistiendo niebla
y gotas del tamaño de una semilla de mostaza y rocío.
Imponiéndose la tarea de hacer todo
y estar en todas partes de la capital de la tarde.
Los hilos que eres siempre me saludan
con abrazos fuertes y demoras.
Los he visto temblar ligeramente,
lucir cansados, olvidar los lugares,
irse lejos a disipar la niebla
y volver con la luz extendida.
En dónde se apoyan, no se sabe.
Se abrazan a sí mismos, se cuelgan.
Se ven los segmentos donde penden fotografías,
se oyen las madejas de labor inoxidable.
Los hilos que eres, como uno se mecen.