Ansiedad que desborda mi alma.
Impregnada en mi respiración.
Desatada en mí sangre.
En ti nacen todas mis horas y en ellas voy atado a tu destino.
La noche fue tan corta en tu boca.
Mírame un instante, háblame en un segundo y guardaré
eternamente lo que eras en un verso:
en tus ojos se refleja mi destino
como el horizonte que cobija el crepúsculo,
sangrante, eterno, ebrio de tu mirada.
Ah tu pelo que arde en las manos.
Ah el rumor de primavera corriendo por esa piel.
Entre silencios me hablan tus besos.
El amor parece desbordarnos los días, la luna ancla en tu pecho,
tan extensa como las olas eres
cuando me pierdes por entre algún amanecer:
entonces llegabas a mi hora como un cielo estrellado
rompiendo la oscuridad de mi existencia.
En medio de auroras y sueños dormías en mis brazos,
amantes poéticos aventureros de todas las pasiones,
olvidadamente nosotros,
desbordando todo nuestro amor,
si, ahí…