ALVARO J. MARQUEZ

SUPLICIO (Fusionado con La Su)

"La unión de dos almas bajo cantos de aleluya,/ está por producirse en este día./ Cruzando el cielo llegará la tuya,/ huyendo del infierno llegará la mía".

Te nombro en silencio al acostarme con tu piel
para no derramar en mi lecho la miel,
al sentirte tan cerca en el cúmulo de mis suspiros.
Que ni un suspiro delate este erizar de mi carne,
cuando desde que empieza a caer la tarde
comienzo a imaginar como serán tus gemidos.

Comienzas a imaginar cómo serán mis gemidos
y en mí se aceleran rápidamente los latidos
de un corazón ansioso que mucho te desea,
le digo que imaginarte es para mí un castigo,
que quiero estar ahora piel a piel contigo...
pero es hasta posible que no me lo crea.

Las manos me recorren como si fueran las tuyas,
mientras mis senos y mi vientre murmullan
sintiéndote ardiente, tan dulce te acaricio,
sabiendo que en cada noche acompañas los besos
que en mí vas dejando tan y tan impresos
como dos amantes de fuego, como un suplicio.

Como dos amantes de fuego como un suplicio,
Adictos a esta pasión que es ya nuestro vicio
y de deseos ardientes e incesantes nos mata,
nuestros labios uniéndose así, boca a boca,
en esta furia que es tan repentina y tan loca
y que en tu alma y en la mía hoy nos delata.

El silencio que acompaña estos deseos
me traen imágenes: me ves y te veo
abrazados como nunca dos amantes lo han hecho.
Tan inmerso te siento dentro mío,
que es un tórrido movimiento de este estío
incendiando de placeres nuestro lecho.

Incendiando de placeres nuestro lecho
y teniendo prisionero en nuestro pecho
un grito que expresa nuestros nombres.
Tú aferrada a mí jurando que me quieres,
sintiéndote la más feliz de las mujeres
y yo el más afortunado de los hombres.

Es nuestra pasión con tanto libre albedrío
que no hace falta cerrojos, ni tuyo ni mío,
solamente sabernos que en algún recodo
del alma, nos necesitamos de esta manera,
sintiendo entre el pecho y las caderas,
un incendio de placer, a nuestro secreto modo.

Si alguno de los dos esta noche nos necesitáramos,
con llamarnos boca a boca como si nos amáramos
se impregnaría el aire de esta pasión dulce;
la humedad de nuestros cuerpos nos diría
que siendo mi corazón tuyo y tu alma tan mía,
abriríamos los brazos y las piernas como cruces.|

Abriríamos los brazos y las piernas como cruces,
se encenderían en nuestros deseos todas las luces
para iluminar el camino de nuestro loco frenesí
con una delirante ansiedad que no nos abandona,
yo con lo que guardo en mi corazón por tu persona
y tú con todo lo que ocultas en tu alma de mí.