Sabe eterno el recuerdo de tu beso,
lo robé sin dejar ningún testigo,
esa noche de fuego que este amigo
era amante volcánico y travieso.
Me provoca alegría tu regreso,
la pasión del ayer volvió contigo;
fueron largos los días de castigo,
esta noche amaremos sin receso.
Como triste mendigo de tu piel
suplicaba tu cuerpo tan divino
y en mis labios sentir sabor a miel.
Hoy te cruzas de nuevo en mi camino
con caricias y besos de clavel,
del que crece secreto en el destino.
Copyright © 2011 José Luis Calderón.