Si pudiera en el instante que la torcaza gris a tu vida envuelva,
cuando desolado hasta la mudanza de una estrella la dejes queda,
arrobarte la razón a madera de olvido en mis sensuales sedas
te dejaría insomne a que tu alma del mejor vino sin penas beba.
Si la carga de tristezas que llevares a tu apetito gobierna
próvida de mí te amparará en mar salvaje la necesaria fuerza
y a tu piel patética, yo novia vespertina cual fantasmal fiera,
le apeteceré odalisca y le arrancaré del pasado su indigna huella.
Y volarán también pensiles a tu aridez mis golondrinas ciegas
para devolverle todo excepcional juncal a tu juventud bella
y en tu rostro dejar a dulzor del rico beso en humedad la tierra.
Amante poseído escucharás en mi voz un tango en celo quedo
rescatándote la isla de ilusión que gitana vaga en tus desiertos
y embriagado irás eterno con este empuje amoroso y ternezuelo.
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Propiedad intelectual Lucero Moscoso