Llora el niño en su cuna, no sabemos por qué.
Llora el niño, que siempre seremos, no sabemos por qué.
Llora el cielo, mojando la tierra con sus lágrimas, no sabemos por qué.
Llora nuestra alma en silencio, no sabemos por qué.
Llora el viento, lo oímos no sabemos por qué.
Lloran los hombres, no lo vemos, pero lloran en silencio, sin lágrimas.
De alegría también, de emociones, o por un gesto, por unas palabras, por una acción, que calla fondo en nuestro corazon.
Sonreír es fácil, sin ganas, tristes, pero sonreímos, a los demás.
Impotentes, cuantas veces, por no poder dar salud a los enfermos, por no poder dar juventud a nuestros Padres, sabiendo que mas día menos día nos dejarán y no podremos regalarles, lo que no tuvieran, porque no pudimos, mientras luchábamos por nuestra vida. Cuando estabilizamos y tenemos como agradecerles ya es tarde.
De cierta forma, la vida tenía que ser distinta, doy conmigo muchas veces a pensar, que gusto tendría en poder regalarles, lo que tengo.
Así es. En el tiempo, no hay tiempo, para esperar. Como floresta, los árboles mueren y los brotes quedan.
Caricias, si, se puede dar, aceptarlos como son y ayudarlos, en su caminada ya difícil, pues ellos se dan cuenta que marchan y los hijos quedan.
Infinidad de cosas mínimas, que les inundan el corazon de alegría, podemos regalar, pero no lo hacemos. ¿Por qué?
¿Distracción? ¿Egoísmo? No se sabe, nunca lo sabremos. Por un lado, estamos preocupados con Ellos, por otra parte no los dejamos respirar.
Hablo con mucha gente, oigo, con atención y hago mis reflexiones. Quedo sin saber, que sentimiento es, por un lado se nota que se preocupan, pero con una resignación, que no debería existir. Mientras hay vida, mismo que no comprendamos que una persona mayor, para nosotros, es joven par el proprio, no tenemos derecho alguno de intentar que no vivan, como quieran.
El niño llora en la cuna, no sabemos por qué, Ellos lloran y tampoco lo sabemos, seguro que la razón son los más jóvenes y el reloj implacable del tiempo.
Frustración, miedo, recelos, todo está en sus cabezas. Impotencia de no poder volver atrás,
Nunca nos olvidemos, de que Los mayores se miran al espejo. ¿y que mejor espejo que ver sus hijos hechos hombres? El vivir es morir un poco desde que se nasce, es nuestro destino y mientras se vive, cada uno tiene su manera de hacerlo, nunca debemos, cortar las ilusiones a nadie, al revés, tenemos que de igual para igual dejarlos vivir, como si tuvieran la eternidad de la vida.
Que la Primavera, entre en todos los corazones, que florezcan flores en sus almas, que todos tengan los mismos derechos, dejemos que todos sean felices, no pongamos muros en su camino. Que mueran libres y felices los que poco tienen ya de camino.
Yo tengo mi Primavera, no dejo que me la quiten, que los brotes se transformen en arboles, pero yo ya un poco vieja quiero sobrevivir y tener mis ramas verdes, por eso lucho, por eso vivo, por eso, en las manos de Dios dejo que mi tiempo y que termine lo más tarde posible.
Oporto, 13 de Marzo de 2012
Carminha Nieves