Dedicado a Don César, que fue cura de mi pueblo.
Le deseo eterno jolgorio en los tugurios del cielo
Yo siempre predico
que la ginebra, el whisky, el vodka
son agua bendita para el alma,
por lo tanto bebo y bebo
de la mañana a la noche
sin darle tiempo a la temible resaca.
Bebo más que un pez
sin probar jamás el agua,
mi panza, recipiente de la vid,
es como cubeta o tinaja
hasta el tope siempre llena
de etílicas sustancias.
Con el ir y venir del tiempo
fui perdiendo a mis amigos de la infancia,
los sustituí por otros más complacientes
que jamás me dan la lata:
Eristoff, ruso o cosaco,
Jack Danields, del sur de Kansas,
Baccardi, cubano añejo
y hasta ¡ el Gran Duque de Alba!
Deambulo por callejuelas,
todas con nombre de santo:
San Beodo, San Cubata,
San Chupito, San Mojito, el mojigato,
San Trombón con la Santa Serenata,
Santo Tumbo, San Lingotazo, el beato,
Santa bufa que oscurece a Santa Clara
Y el torpe vomitón San Pato.
Recibí palos, molicie
más que el de Tormes o el de la Mancha,
y mi hígado celebró más botellones
que cualquier plaza de España.
Levanté más copas yo
que Pele o que Meazza,
ellos por patear un balón
yo por apoyarme a la barra
agarrando el colocón
mientras mi lengua desbarra
gruñidos de hipo saltón
que mutilan las palabras.
Fui perro de muchas perras
y gato de muchas gatas
por el vino y las mujeres
siempre anduve a cuatro patas,
por lo que las pulgas del cuerpo
no las quito ni con espátula.
Venerado por venéreas,
desde la ladilla a la chancra
va más purpurado mi glande
que obispo en Semana Santa,
por eso, en asuntos del fornicio
tengo conocimiento de causa.
Poseo diplomas de lenocinio
colgados en una pared de casa,
un master de pendolero,
licenciatura de crápula,
y en empinamiento de pito
soy todo un Honoris Causa.
Os preguntaréis a qué se dedica este berraco,
este caléndula y tarambana
que es apóstol del gran Baco
y viste mona y marrana
pues para tomar tanto trago
y soplar tanto la gaita:
soy por parte de padre, un vago,
por sangre de madre, un vainas,
y entre militar o mago
Se me dio por la sotana.
De casta me viene el galgo
pues en la Ciudad Vaticana
existe un lupanar para beatos
que regenta mi tía Juana
que viendo un día a Dios borracho
le hizo un sitio en su cama
Tuve por maestro a Cristo
que volvió en vino el agua,
sin dudas, un tipo listo
que convirtió al beodismo
hasta a la última rana.
Soy un cura pendenciero
y por salvar almas me pagan
que van directas al cielo
donde el portero San Pedro
cobra siempre la entrada
que da derecho a un buen pedo
en la discoteca sagrada.