eledendo

Fedatarios eternos

 

 

 

 

 

… ruge la Tierra, sus ruedas, su grilla y ejes, su leyes, sus paramentos;

braman atávicos fuegos y responden sangres/llama por simbólicas calles y plazas,

por parques, boulevares: témpanos o áticos civiles,

bastiones últimos del alma;

… he aquí las fisuras del tiempo en este instante en que emergen zares o resucita la arena

junto al síncope de Europa y el vértigo de América;

he aquí al Este y al Oeste mutuamente contemplándose como nunca fue, como nunca,

con el embelesamiento y duda que en el pájaro instila la faz de la serpiente,

y, sin embargo, amándose;

y he aquí nuestra libertad con su herrumbre, sigilosamente golpeada y carcomida;

tal ha sido y es la usura en ella, pájaro en temblor y a un tiempo esquirla con que ha de ungir

la propia muerte;

… hierven, pues, la luz y el cántico solar,

hierven las viejas estructuras de razón y corazón y sus emblemas chirrían o quiebran;

y hierve y cunde - por qué no - el hito de instruir un pórtico inmortal en que un hombre llegue,

luche, crezca, y parta como un dios;

¿ … pues no hay versos/fuego diciendo: “surgid, volad y construid, que todo, todo está por hacer:

la sangres, los caminos, los mares de cristal y el verdor del aire” ?

sed valientes y ved bien porque al fin la esperanza ha llegado, la esperanza está aquí;

no son golpes de estado, sino renacimiento, caída al fin del viejo y denso estigma que al planeta infama;

… y no, no temáis: la libertad, como la luz, nunca empobrece.

 

 

 

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