Agotado en las alas del ensueño
y recostado sobre un silencio pantanoso,
fue mordiendo la pena rota de su empeño
caminando por senderos pedregoso.
El grito desolado de su espera
fue calando las hojas secas del olvido,
deshaciendo en vanidades la esperanza
de encontrar la mano franca de un amigo.
Paso a paso como andante fue intentando
definir por las esquinas de la angustia
si el dolor está sembrado en el quebranto
de una ilusión que no se alcanza nunca.
Con recuerdos disipados en añoranzas
de un recuerdo fraternal como de niño,
abrió su corazón con la esperanza
de encontrarse un tierno corazón perdido.
El velo de sus ansias derramadas
fue cayendo como gotas de quejidos,
y bebió apaciblemente bocanadas
de quietudes incrustadas en armiño.
Se refugió cual cántaro bien moldeado
en las bellezas translucentes de la vida,
y formó como ramos de ideales añejados
pensamientos convertidos en poesías.
Y como en cuentos de los sueños alcanzados
con la brisa que refresca en tierna calma,
de corazón a corazones encantados
encontró su tierno amor en POEMAS DEL ALMA.
LEO HENRY