"Látigo en mano imagino tu presencia/ y te siento aunque no lo notes,/ tú nostálgica tal vez sentirás mi ausencia.../ yo sólo tus azotes".
Cuando ascienda a límites insólitos mi torpeza,
cuando no entenderte ya se me haga costumbre,
si a tu rompecabezas yo no le consigo la pieza,
te doy permiso para que si quieres, me insultes,
para que te metas sin permiso en mí y ocultes
tu luz y por un tiempo no dejes que me alumbre.
Cuando ya no atine en nada contigo, sin piedad,
enójate y como nunca antes, dame la espalda...
Exígeme que en mi proceder mantenga seriedad,
aunque no sea un niño pídeme que me porte bien
y ante mi curiosidad, puedes castigarme también
y no me dejes ver lo que hay debajo de tu falda.
Tú puedes ser conmigo muy estricta, muy severa
cuando alguna falla en mi comportamiento notes,
para castigarme siempre encontrarás una manera,
así sea con algún trato de tu parte muy seco o frío,
golpéame sin piedad, no escucharás un grito mío
cuando en mi espalda descubierta sienta tus azotes.
Deja de hablarme por unas semanas o unos meses,
usa tus maneras que de mis errores hoy me rescatan,
esconde tu pasión por mí cuando un día me beses,
coloca mil impedimentos para estar juntos los dos
y ya que has visto cómo me mata escuchar tu voz,
apreciarás cómo tus silencios también me matan.
Te estarás preguntando si es que soy un masoquista
por esta manera tan extraña de expresarme contigo,
el nuestro no fue un amor de esos, “a primera vista”,
pero ¿sabes qué?, hay algo de lo cual yo jamás dudo,
si el amor que sirve de tanto, también sirve de escudo,
estaré pues, preparado siempre para recibir tu castigo.