MARGARITA ***

MI LINDA ESPOSA

Sentada  en una   mesa  pequeña en un  restaurant  típico, en un  viaje  de  trabajo,  (debería  decir  viaje  de placer,  placer  el    tener un trabajo,  el  placer  de  ejercer  mi profesión,  el placer  de estar ocupada…   es  realmente  uno de  mis placeres),  a  veces  las  cosas no salen como quisiéramos,  perdí el  avión y  había que pasar el  fin de semana  fuera  de  casa, ya  volaría el  lunes  a primera hora.

En  ese lugar reinaba  un  ambiente  familiar, elegí una  mesa  del  balcón, desde  ahí podía  ver  a la  gente  pasar,  a los  vendedores  de  dulces  típicos,   las  bebidas  mexicanas  servidas  en jarritos  de barro  adornados  con  un pequeño  sarape  y  un  sombrero, las  artesanías mexicanas,  las bolsas bordadas a mano por  las  mujeres del  lugar, los  sombreros,  las  jícamas con chile,  los  caricaturistas, los  pintores,   los vendedores   de  globos y  algodones de  azúcar,  el organillero, como  me hizo    recordar  mi niñez, veía  a  las  familias convivir,  sonreír, caminar  despacio ,  ah y  el monje  narrando  a los  turistas las  leyendas  del lugar… pedí  al mesero una  cerveza,  la tarde  lo ameritaba.

La  comida   un  verdadero agasajo,  para  variar mexicana,   el lugar era   amenizada por un  grupo musical,   complaciendo a  los comensales  desde  -las  tradicionales mañanitas  mexicanas-    empezaron a  tocar  canciones  que me llenaron de  nostalgia,  renacían  mis  recuerdos.

Escuchaba absorta la música,    comía  despacio  y a  veces  dejaba  de comer al entonar las  canciones  que  el grupo interpretaba, observé  a una  pareja  que  se  había instalado en la  mesa  de  al lado,  esos  esposos  han  de  ser  como  de  mi  edad  pensé, solicitaban   canciones  como  Novia  Mia,  Linda  Morenita, Urge…  puras  canciones  buenas  me dije.

Después  de  comer,  pedí  un  café  de olla, servido en un jarro de  barro,  recomendando  al  mesero que  lo  sirviera muy  caliente,  y es  que todo   momento  bueno  de  mi vida  lo acompaño  siempre  con un  café.

Mi  corazón  dio   vuelcos, cuando escuché  al  grupo musical  que interpretaba  la  canción  “Mi linda  esposa “,  no pude  evitar  ver  la pareja  de  esposos de  la mesa  de  al lado,  qué  ternura y,  de  reojo, vi  que él  tomaba  las  manos  de  ella  entre  las  suyas  y las besaba,  a  ella  le rodaban las  lágrimas por sus mejillas,  el  limpiaba  sus lágrimas y besaba  tiernamente la  frente de su amada,  que  momento  tan más  emotivo,  después  los músicos  tocaron otros  temas  y  ellos  bailaban como si  no  existiera  nadie  más  en  el lugar, sólo  ellos  dos.

Yo me  emocioné  mucho  y  confieso que  no pude  con tener  las  lágrimas…   me hubiese  gustado  ser  ella  aunque  sea  por un momento, vivir  lo que  decía  esa  canción: “ya nuestro pelo negro de blanco se vistió/ ya nuestros hijos viven su juventud hermosa/ y aún sigo enamorado de ti, mi linda esposa”

Estaba  tan  absorta  en mis pensamientos  que no  me  di cuenta  cuando la pareja  salió  de  lugar,  yo me  quedé  un momento más pagué  la  cuenta y me  encaminé  a  mi hotel, llevaba  grabada  esa  escena. Caminé lentamente por  esas calles  empedradas adornadas con  farolas, custodiada por  las estrellas  que  si se  divisaban,  sin  el smog de la ciudad, al llegar  al hotel  vi  a  la  mujer   del  restaurante típico, se  encontraba  sola y  pensativa,  sentada  en  la  pequeña  y hermosa  terraza  del hotel, me quedé  ahí disfrutando del viento fresco que  me  despeinaba y  refrescaba  mis  mejillas,  la  mujer  voltio a  verme  y me sonrió,  entonces  me  acerqué  a ella  y le dije  que  había  contemplado la  escena  del  restaurante, la felicité  y,  me preguntaba  si  estarían  ellos  celebrando algún aniversario, ya que  esa vieja canción de:  “Mi  linda  esposa”   me había  emocionado hondamente…  ella  sonrío y me dijo,  ¡sí  esa  es una  linda  canción!  a  mí también  me  emociona mucho,   sólo qué “ Yo no soy  esa  linda  esposa…”