Después de procastinar tanto,
de perderme en la marea del olvido,
después de aprender a amar a todos
adeudando los cariños para conmigo,
después de esconderme entre mi sombra
y la pereza fue casi un buen amigo,
rompo todas las lianas que me atan
para conciliarme el atontado sustantivo.
A recoger las metas desparramadas
y ordenarlas al placer de libertad,
a amortiguar la carrera de la mente
y empezar otra vez a disfrutar,
a vivir comprendiendo las ausencias
y sonreirme en vez de llorar,
porque guardo fuertemente una esperanza
y sé que nadie la podrá robar jamás.
Y aunque caiga cada vez más seguido
cada vez más seguido me volveré a levantar,
arrastrando las alas maltratadas
pero amparando el deseo de volar,
sufriré, pero ten la certeza
que domaré a la fiera soledad
y un día brillarán mis ojos
asustando a toda oscura tempestad.
Después de morirme sin muerte,
de dormirme en los umbrales de la alborada,
después de ser mi propia carga de cemento
y arrastrar las ilusiones gastadas,
salgo al verde de la lluvia
con heridas recién quemadas,
pero al aire victoriosa
por ganarme otra batalla.